“Qué descansada vida, la del que huye del mundanal ruido”.
Sí amigos, así lo escribió Fray Luis de León en una de sus escapadas por el
paraje de la Flecha, a las orillas del Tormes y a escasos kilómetros de la
capital. Enseguida lo comprenderéis…
En principio la “quedada” era a las diez en el Romano, pero
hubo cambio de planes tras estudiar el mapa de vientos. Estaba previsto que a partir
de las 12 el viento fuera del Norte y a unos 25 Km/hora. Así, decidimos
cambiar la ruta y dirigirnos hacia el Noroeste para regresar con viento a favor
por lo cual acordamos quedar en el alto del Rollo. Además había que ir por asfalto,
porque los caminos estaban poco transitables tras los aguaceros de la semana.
Los asistentes: Fernando, Juan Miguel, Paco Martín y un servidor (José Manuel).
Los ausentes: Alex en Madrid y Paco Sánchez de “bodorrio” en la capital de “La
Pilarica”. ¡Muy guapos! los Sánchez, debieron representar bien a Salamanca en
el evento.
La mañana estaba fría, ¡Muy fría!, pero nos gusta salir en
bici… Emprendemos el trayecto por la carretera de Aldealengua. Las orejas notan
el roce con el gélido aire para los que habíamos
olvidado la “braga” de protección. A Fernando se le ocurre que, una vez
rebasado el cruce de Cabrerizos, nos adentremos por “La Flecha” a través del
camino semi-asfaltado. ¡Excelente idea! Por las fotos os podéis hacer una idea
de la maravilla del paisaje. Así lo debió ver también Fray Luis. Hemos
disfrutado de la parte más bonita del otoño.
Pero llegando a Aldealengua comienza el camino sin asfaltar
y hubo que volver a la carretera, porque hoy no estaba la cosa para rebozarse
por el barro. Juan Miguel hoy “reinauguraba” su máquina tras el arreglo de la
suspensión y se le notaba fuerte, acoplado a ella. Le hacía “carandoñas” y la
máquina respondía voluntariosa. ¡Qué duo!
Tras cruzar Aldealengua cogimos el camino de la derecha para
dirigirnos a la comarca de “Las Villas”. Sí amigos, no se trata de una comarca
administrativa, sino más bien con raíces históricas. El primer destino era
Babilafuente, pero antes parada para fotos, hoy no era necesario beber,
poniendo como fondo la estación de bioetanol. Bueno, en una de esas se nos coló
como intruso el tren de Madrid. Por supuesto que Paco Martín se subió a un
objeto.
Seguimos el trayecto para dirigirnos a Villoria que
atravesamos por su calle “larga” sin pena ni gloria (pareado al canto) y de
allí ponemos rumbo a Villoruela, el último de la comarca. Juan Miguel tiene
frío y nos hace para a tomar un “cafetito“. El “Martín” entretanto reniega
porque quiere ver el partido del Madrid en casa, calentito, pero “pirateado”
por el internet en un PC. ¡Qué manera más despiadada de echar a perder un
espectáculo de “los blancos”! En fin, que a partir de allí nos trajo a un ritmo
exigente por la prisa.
Llegamos a Aldearrubia, el pueblo de mi “mami”, y decidimos
esquivar la carretera principal - con más tráfico - y regresar por la parte de arriba tomando el
camino agrícola que nos conduce directo hasta Aldealengua. Escuchamos disparos
de fondo pero, de todos los cazadores que rebasamos, sólo uno llevaba premios.
Creo que este año no ha empezado muy bien la caza. A todo esto Paco Martín “embalado”.
En Aldealengua decidimos volver a deleitarnos con el otoño
por el mismo camino de ida ¡Qué maravilla! Por cierto, la previsión de vientos
no se cumplió en absoluto. Y cuando cogemos de nuevo la carretera empiezo a
recordar a mis amigas “las birras”, aunque está última parte se me hizo un poco
dura. ¡Por fin! – “El Colombia”. Degustación de “jarritas” y “patatutis” con
imágenes de fondo del espectáculo futbolístico en pantalla gigante para los
premiados: Juan Miguel, Fernando y un servidor.
El próximo “finde” habrá más.
No se tocaremos de nuevo los caminos, que la galga es muy fina y la samuela se ha hecho con la operacion de la delantera
ResponderEliminarNo se si tocaremos...
ResponderEliminar