domingo, 24 de marzo de 2013

MONTALVOS Y LA NUBE




Cloud´s cycling, en castellano “ciclismo de la nube” es un nuevo concepto de hacer rutas en bici surgido como consecuencia del alto grado de pluviosidad en la primavera de 2013, que consiste en que te has de mover en un radio de acción con respecto a tu centro de operaciones, que te permita maniobrar con los reflejos suficientes para no pegarte una “calada” escandalosa. El núcleo o centro de operaciones es la zona segura y alrededor del mismo se dibuja una estructura en capas. Hay un miembro del grupo, el cloud-watcher  o vigilante de la nube, que se encarga de observarla constantemente durante la ruta; si el resto de participantes le observan resoplar mirando hacia abajo, todo el grupo se ha de mover con celeridad hacia capas adyacentes al núcleo. Si por el contrario el cloud-watcher eleva la cabeza y mueve el cuello hacia los lados denotando alegría, el grupo puede bascular hacia capas más excéntricas.

Esta es la parte teórica. En la práctica hoy la “quedada” se estableció a las 9:30 en el Puente Romano con la idea original de trasladarnos hasta Matilla de los Caños (capas externas) y desde allí improvisar el regreso ya con aire a favor. Puntuales Paco Sánchez, Juan Miguel, Ángel y un servidor (José Manuel) y hoy – extraordinariamente muy rarísimo - el router Fernando se retrasa cinco minutos. ¡Claro! Ha estado preparando la “sorpresita” y nos la presenta al momento. Decide que se debe ir primero hasta Aldeatajada y subir por la cuesta del Ministerio de defensa con dirección al Pirulí, como aperitivo a la ruta de Matilla y siempre vigilando la nube.

Dicho y hecho, en un “tris” nos ponemos en Alteatejada y giro a la derecha para afrontar la primera “pared” asfaltada y previa a una suerte de toboganes en las calles del municipio por gentileza de Fernando.  El Capi está lesionado en el pie y decide abandonar la disciplina del grupo para hacer algo más suave luego de comunicárselo a Ángel (se le espera pronto recuperado).  El resto continuamos nuestro periplo por la dura rampa, Fernando y Paco en primer término subiendo a un ritmo inalcanzable para Ángel y un servidor, que bastante hacíamos con mantenerlos a la vista.

En la cumbre decidimos tomar la carretera de Matilla hasta Muñovela para ver si contactamos allí con Juanmi. Otra vez ritmo frenético con fuerte viento en contra, aunque ahora Ángel y yo nos mostramos más participativos. Llegados a Muñovela y puesto que El Capi está a otra cosa, nuestro cloud-watcher Ángel  baja la cabeza y resopla (leer primer párrafo) con lo que decidimos posponer (que no cancelar) el asunto de Matilla y desviarnos a la derecha buscando aventura por este camino nuevo.

Pronto descubrimos un nuevo camino a la derecha y ¡allá que vamos! aunque, tras avanzar unos metros, un canelo feo con aspecto de hiena nos saluda fogosamente antes de acudir a avisar a su primo (el canelo de zumosol) este ya más abultado y con intenciones poco afectivas. La cosa no llega a más porque aparece un “humano” que nos inquiere a dar la vuelta por donde hemos venido, pues estamos invadiendo una propiedad privada.

Unos cuantos metros más y aparece otro camino a la derecha que Fernando identifica en su “Garmin” y de nuevo ¡allá que vamos! aunque tras avanzar unos metros, aparece ahora un arroyo bastante caudaloso que, al igual que el “perro-hiena” nos hace cancelar el intento. Estamos condenados a tomar la antigua N620 en el punto donde enlaza con la cañada de Extremadura, pero antes hay que hacer unas fotos y repostar junto al viejo puente cerca del arroyo de la Valmuza. Marcamos en el móvil de Paco el modo “Shrek 1” y hacemos unas instantáneas junto a la ciénaga (zona de tierras, generalmente planas, en la que la superficie se inunda de manera permanente o intermitentemente).

A todo esto nuestro cloud-watcher vuelve a resoplar (volver a leer el primer párrafo) lo que nos decide ipso-facto a tomar la N620 dirección Salamanca. Luego de algunos amagos a derecha (dirección Pirulí) pasamos el cruce del Hospital de los Montalvos (camas y comidas) y giramos a la izquierda para - tras cruzar la autovía - dirigirnos a Doñinos. Los resoplidos del cloud-watcher son ahora constantes, la nube-hiena (se parece al perro) está encima y comienza a descargar, aunque la cosa no es alarmante.

El alemán quiere más… quiere bajar la cuesta de la papelera y ¡allá que vamos! después de dejar atrás Doñinos y girar a la izquierda. ¡Qué maravilla de descenso…!¡Ummm! Llegados abajo el cloud-watcher eleva la cabeza y mueve el cuello hacia los lados (leer primer párrafo de nuevo) a la vez que deja de llover. Nos quedamos con ganas de retomar lo de Matilla pero… la suerte está echada, cruzamos el puente Gudino, subimos la cuesta del cementerio (recordando a Jesús Galán), teso de los cañones y… ¡Otro día más!

En fin amigos, como hoy es Domingo de Ramos hemos estrenado algo, un nuevo concepto, el Cloud’s cycling. No olvidéis nombrar vuestro cloud-watcher.  















domingo, 10 de marzo de 2013

BAÑOS DE LEDESMA




Alguien dijo que “La edad madura es aquella en la que todavía se es joven, pero con mucho más esfuerzo.”

Con el nieto de Aurelio
…Y no le falta razón. Este humilde cronista estuvo disfrutando de la alegre noche salmantina del sábado en compañía de los jóvenes monitores scouts del grupo  “Kandersteg” al que pertenecen sus hijos hasta pasadas las 4:30 de la madrugada. El despertador estaba activado a las 9:00 pero aún me quedaba la esperanza de un lluvioso amanecer, que no se produjo. La “quedada” era a las 10:00 en la Plaza del Ejército (no podía ser de otra manera) y estoy llamado a filas.

Llego puntual, aunque mi estómago no está para bromas y ya me esperan Paco Sánchez y Fernando (del resto no hay rastro, ni esperanza de que aparezcan) ¡La que me espera tras estos dos atletas! Cómo las lluvias han castigado en exceso a los caminos, estaba prevista una ruta por carretera hacia los Baños de Ledesma, con trayecto de ida por la margen derecha del Tormes y vuelta por la izquierda.

¡En fin! Paco azuza las riendas de su 8.0 y asciende hacia el punto geodésico de pizarrales. El resto le seguimos como podemos. Supongo que el  pedaleo constante estimula las células de mis muslos y gemelos, haciéndolas vibrar más de un millón de veces por segundo, lo que produce en ellos  fricción y por ende calor. En definitiva, cuando llegamos arriba mi cuerpo ya está reactivado de los excesos del sábado, si no fuera por la acidez estomacal (ésta como resultado de los excesos etílicos).

La bajada a Villamayor es cuestión de segundos. Tras cruzar el casco urbano recuerdo la famosa canción de Supertramp (It´s raining again) y es que comienza a llover de nuevo. En una fugaz aproximación a mis compañeros oigo comentar a Fernando “hay que llegar hasta Valverdón, a ver qué pasa”, mientras nos castiga un fuerte viento desde el costado izquierdo. El caso es que antes de llegar a Valverdón deja de llover ¡menos mal! Ni siquiera nos hemos puesto el chubasquero.

A todo esto Paco a lo suyo, Fernando detrás  y yo “chupando rueda”,  cruzamos las bodegas de Zorita y nos acercamos a Almenara. En la larga recta nos cruzamos con Jesús Galán que pedalea en sentido contrario porque ha madrugado más. Le invitamos a seguirnos, pero este ya se había calado, así que brazos en jarra, agita los codos y se aleja con dirección a casa.

Fernando toma la cabeza dando un poco de descanso a Paco mientras cruzamos Almenara. Enseguida  comienza una dura rampa y después otra, casi sin descanso, que unidas al fuerte viento de costado se hacen todavía más complicadas para mi castigado organismo. ¡Por fin una bajada! Disimulo y tomo la cabeza, pero la alegría dura poco en casa del pobre y pronto descubro el  último duro repecho que precede al pueblo de Juzbado. En la bajada dejamos la nuclear a la derecha y acto seguido el desvío de Baños de Ledesma a la izquierda.

Paramos para fotos en el puente, donde aparecen Aurelio y su nieto en bici, y un montón de paseantes clientes del Balneario. Preciosa estampa de la típica dehesa salmantina, con encinas, carrascos,  matorral silvestre y todo ello rodeado de amplias zonas ajardinadas (me quedo con ganas de ingresar para una cura). Nos adentramos en el Balneario para terminar nuestro repostaje junto a la piscina, nuevas fotos y de nuevo Aurelio con el nieto…

Comienza el regreso por la margen izquierda del Tormes y de aperitivo nos encontramos sendas duras rampas que vuelven a calentar nuestras piernas y rezagan definitivamente a los invitados (Aurelio y nieto). El aire ahora está a nuestro favor y Paco disfruta del mismo marcando un ritmo vertiginoso que Fernando y un servidor no somos capaces de igualar. Antes de llegar a Zarapicos, en el cruce, nos desviamos a la izquierda  hacia Carrascal de Velambélez y después a la derecha hacia Pino de Tormes. Como el ritmo es intenso y anoche abusé ya voy “jodido”. Al tomar la carretera de Florida decido marcar yo un ritmo más suave, aprovechando además que el  aire favorece y el terreno es llano.

No tardamos mucho en ponernos en el puente de Gudino, el Tormes viene muy crecido (deben estar desalojando más de lo normal en el pantano), así que paramos junto al río para unas instantáneas. Fernando ha tenido un calambre en la pierna ¡me viene bien! Última rampa (“Sebastiana de Jesús Galán”) “suave y afectuosamente” por Paco Sánchez hasta el teso de los Cañones. Fin de ruta para el grupo junto a Carrefour.

¡En fin, amigos! la semana que viene cumplo años,  es evidente que ya he alcanzado la edad madura y… si quiero parecerme a los jóvenes, el esfuerzo ha de ser proporcional. Después de comer me espera una buena siesta (de cama). Ciao.

Foto denuncia: ¿Y esta mierda?



domingo, 3 de marzo de 2013

CARPIO-BERNARDO





Por las riberas del Tormes
Bernardo del Carpio cabalga,
con un caballo morcillo
enjaezado de grana,
gruesa lanza en la mano,
armado de todas armas.

Y… como no podía ser de otra manera, los pájaros acudimos a la búsqueda del mitológico “Caballero del Carpio”, según alguna leyenda hijo extramatrimonial de Ximena (infanta hermana del rey Alfonso II de Oviedo) y de Sancho Díaz (Conde de Saldaña) y que habría derrotado nada menos que al Gran Carlomagno en la Segunda batalla de Roncesvalles, allá por el 808.

Así que cabalgando a nuestras “galgas” en la extraordinaria mañana del primer domingo de Marzo, partimos a las 10:30 desde la Glorieta del Aldehuela, capitaneados como siempre por Juanmi y guiados (hoy con desgana al principio) por nuestro “router” Fernando. El resto del escuadrón lo formaban los dos Pacos (Sánchez y Martín), Antonio, Nicolás y un servidor (José Manuel) tras el plantón de Anselmo, la justificada de Ángel y el pase a reserva activa (pero sin sueldo) de Alex.

Cruzamos prestos el Tormes y al llegar a Santa Marta giramos a la derecha para subir hacia la autovía, donde un motorista charla apaciblemente con una ciclista a la izquierda de la calle. Antes de llegar al túnel giramos a la izquierda y con rapidez buscamos el camino, que es lo que nos gusta. Como hay algunos que entrenan clandestinamente los sábados luego empiezan con desgana, así que Paco Sánchez y un servidor nos encargamos de “azuzarlos” y enseguida cogemos un ritmo acorde al prestigio de nuestro escuadrón.

Cruzamos Pelabravo y tomamos el camino hacia Calvarrasa (de Arriba pero sin cuesta) para antes de llegar desviarnos de nuevo a la izquierda por una larga y llana recta al final de la cual comenzamos a ver dibujada la silueta de nuestro objetivo. Fernando manda girar a la derecha con algún suave aspaviento del Capi, que no obstante asume. Los demás lo que nos cuenten (¡vamos tan a gustito!), tanto es así, que cuando el camino casi obliga a girar de nuevo a la izquierda, el Capi nos inquiere a seguir de frente en busca de aventura y todos asentimos. Y aquí  no acaba la historia, pero sí el camino, al llegar a aquel árbol solitario. El Capi de nuevo nos inquiere a continuar por la linde y todos detrás… ¡y es que… vamos tan a gustito! ¡Ni linde, ni leches! Vamos atravesando por el sembrado aunque, eso sí, con mucho cuidadín de no lastimar nada. Lo que está claro es que el Capi está curtido en estas batallas y rápido nos devuelve al camino  sin daños colaterales para nuestras máquinas.

Este trozo de camino está un poco blando y con barros, amén del duro repechín que atravesamos sin consecuencias, nos devuelve a otro más ancho que enseguida nos pone en Villagonzalo, donde enfilamos hacia la localidad de Carpio-Bernardo por el camino paralelo al Tormes a la izquierda de la carretera. Una vez allí nos retratamos junto a la esfinge del legendario caballero gracias a la estrecha colaboración de un “paquiano”, que tras un curso intensivo de 20 segundos, hacía fotos como “churros” con el móvil de Paco Sánchez.
Hubo algunas dudas sobre a qué Carpio subir, pero al final triunfó la razón y afrontamos la Mesa del Carpio, con una cota máxima sobre el nivel del mar de 941 metros, más de 430 m. de extensión y que es el más alto, pero también más blando y con mejores vistas. Me adelanté del grupo con Juanmi y ya arriba, disfruté unos segundos en solitario del aroma a tomillo y romero con la bella estampa del Tormes a un lado y Salamanca al fondo por el otro. Como hoy no hay bocatas de jamón, ni vino…, hacemos degustación de “orejones”, galletitas energéticas, potasión y cuantos brebajes podáis imaginar, a mayores del avituallamiento líquido y las correspondientes instantáneas.

Bajada sinuosa hasta la carretera donde veo gozar como un “enano” al “des-estresado Capi”. Enseguida tomamos el camino a la derecha que nos sumerge en los pinares, donde todos disfrutamos del encanto del bosque a la par que sorteábamos los continuos charcos. Sensacional este trozo de camino hasta llegar a la urbanización del Pinar de Alba, que nos devuelve a la carretera y… “Tu-turú-turú… turú turú” Paco Sánchez toca “zafarrancho”: hay que poner plato grande y piñón pequeño. En un abrir y cerrar de ojos hemos cruzado Calvarrasa (de Arriba pero sin cuesta) y después por el camino a la izquierda de la carretera hasta el cruce de Valdelagua, de allí a Átika y giro a la derecha con dirección a Santa Marta. En la bajada un motorista charla apaciblemente con una ciclista a la derecha de la calle ¿UMMMMMM? Ponemos fin a la jornada en la Glorieta del Aldehuela.

Aunque hemos visto a Don Bernardo, ni rastro del caballo morcillo enjaezado de grana ¡No sé yoooo… esta historia!