Por las
riberas del Tormes
Bernardo del
Carpio cabalga,
con un
caballo morcillo
enjaezado de
grana,
gruesa lanza
en la mano,
armado de
todas armas.
Y… como no
podía ser de otra manera, los pájaros acudimos a la búsqueda del mitológico “Caballero
del Carpio”, según alguna leyenda hijo extramatrimonial de Ximena (infanta
hermana del rey Alfonso II de Oviedo) y de Sancho Díaz (Conde de Saldaña) y que
habría derrotado nada menos que al Gran Carlomagno en la Segunda batalla de
Roncesvalles, allá por el 808.
Así que
cabalgando a nuestras “galgas” en la extraordinaria mañana del primer domingo
de Marzo, partimos a las 10:30 desde la Glorieta del Aldehuela, capitaneados como
siempre por Juanmi y guiados (hoy con desgana al principio) por nuestro “router”
Fernando. El resto del escuadrón lo formaban los dos Pacos (Sánchez y Martín),
Antonio, Nicolás y un servidor (José Manuel) tras el plantón de Anselmo, la
justificada de Ángel y el pase a reserva activa (pero sin sueldo) de Alex.
Cruzamos
prestos el Tormes y al llegar a Santa Marta giramos a la derecha para subir
hacia la autovía, donde un motorista charla apaciblemente con una ciclista a la
izquierda de la calle. Antes de llegar al túnel giramos a la izquierda y con
rapidez buscamos el camino, que es lo que nos gusta. Como hay algunos que
entrenan clandestinamente los sábados luego empiezan con desgana, así que Paco
Sánchez y un servidor nos encargamos de “azuzarlos” y enseguida cogemos un
ritmo acorde al prestigio de nuestro escuadrón.
Cruzamos
Pelabravo y tomamos el camino hacia Calvarrasa (de Arriba pero sin cuesta) para
antes de llegar desviarnos de nuevo a la izquierda por una larga y llana recta
al final de la cual comenzamos a ver dibujada la silueta de nuestro objetivo.
Fernando manda girar a la derecha con algún suave aspaviento del Capi, que no
obstante asume. Los demás lo que nos cuenten (¡vamos tan a gustito!), tanto es
así, que cuando el camino casi obliga a girar de nuevo a la izquierda, el Capi
nos inquiere a seguir de frente en busca de aventura y todos asentimos. Y aquí no acaba la historia, pero sí el camino, al
llegar a aquel árbol solitario. El Capi de nuevo nos inquiere a continuar por
la linde y todos detrás… ¡y es que… vamos tan a gustito! ¡Ni linde, ni leches! Vamos
atravesando por el sembrado aunque, eso sí, con mucho cuidadín de no lastimar
nada. Lo que está claro es que el Capi está curtido en estas batallas y rápido
nos devuelve al camino sin daños colaterales
para nuestras máquinas.
Este trozo
de camino está un poco blando y con barros, amén del duro repechín que
atravesamos sin consecuencias, nos devuelve a otro más ancho que enseguida nos
pone en Villagonzalo, donde enfilamos hacia la localidad de Carpio-Bernardo por
el camino paralelo al Tormes a la izquierda de la carretera. Una vez allí nos
retratamos junto a la esfinge del legendario caballero gracias a la estrecha
colaboración de un “paquiano”, que tras un curso intensivo de 20 segundos,
hacía fotos como “churros” con el móvil de Paco Sánchez.
Hubo algunas
dudas sobre a qué Carpio subir, pero al final triunfó la razón y afrontamos la
Mesa del Carpio, con una cota máxima sobre el nivel del mar de 941 metros, más
de 430 m. de extensión y que es el más alto, pero también más blando y con mejores
vistas. Me adelanté del grupo con Juanmi y ya arriba, disfruté unos segundos en
solitario del aroma a tomillo y romero con la bella estampa del Tormes a un
lado y Salamanca al fondo por el otro. Como hoy no hay bocatas de jamón, ni
vino…, hacemos degustación de “orejones”, galletitas energéticas, potasión y
cuantos brebajes podáis imaginar, a mayores del avituallamiento líquido y las correspondientes
instantáneas.
Bajada
sinuosa hasta la carretera donde veo gozar como un “enano” al “des-estresado
Capi”. Enseguida tomamos el camino a la derecha que nos sumerge en los pinares,
donde todos disfrutamos del encanto del bosque a la par que sorteábamos los
continuos charcos. Sensacional este trozo de camino hasta llegar a la
urbanización del Pinar de Alba, que nos devuelve a la carretera y… “Tu-turú-turú…
turú turú” Paco Sánchez toca “zafarrancho”: hay que poner plato grande y piñón
pequeño. En un abrir y cerrar de ojos hemos cruzado Calvarrasa (de Arriba pero
sin cuesta) y después por el camino a la izquierda de la carretera hasta el
cruce de Valdelagua, de allí a Átika y giro a la derecha con dirección a Santa
Marta. En la bajada un motorista charla apaciblemente con una ciclista a la derecha
de la calle ¿UMMMMMM? Ponemos fin a la jornada en la Glorieta del Aldehuela.
Aunque hemos
visto a Don Bernardo, ni rastro del caballo morcillo enjaezado de grana ¡No sé
yoooo… esta historia!
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