domingo, 9 de junio de 2013

LA PÁJARA... MENTAL


Participantes: Alex, José Manuel, Paco Sánchez, Antonio y Fernando.

La mañana estaba fresca y amenazaba lluvia. ¡Qué nubarrones! El router hizo un amago de abandonar antes de empezar ¿Sería una premonición? Paco y un servidor frenamos el intento con autoridad. Salíamos algo más tarde con el fin de que Alex se quitase el “sambenito” de "desaparecido" que le colgaba por no participar en las salidas de los domingos.

Allí estaba, cerquita de su casa, lo encontramos esperando, bien tapadito. - ¡Estaba deseando que no vinierais! - espetó nada más vernos aparecer (estaba deseando retirarse a sus aposentos de nuevo).

Para aperitivo le preparamos una subidita al Pirulí. Cuando ya habíamos rebasado su casa, oímos que desde las posiciones traseras alguien dice ¡Me voy a casa! y repite  ¡Qué me voy a casa! ¿Sería una broma? ¡Nooo! Era la voz de Alex. Le entró una “pájara mental” desconocida hasta entonces en los anales del ciclismo. Pues sí. ¡NOS ABANDONÓ!

El Pirulí estaba enfrente y avanzamos hacia él en línea recta. Así, a lo bestia, monte a través, un ratito en bici y otro andando.

Después más lentejas: subida por la zona militar para bajar como rayos hasta Aldeatejada, Las Torres, Arapiles, el camino de Carbajosa, y... aquí da rienda suelta Paco Sánchez a sus fantasías ciclistas: “Es pronto para volver, vamos por aquí”. Que no significa otra cosa que pura improvisación.

Tras los efusivos saludos de un “mastín” en cólera desembocamos a un camino bastante decente, pero ¿Cual sería nuestra sorpresa? cuando de repente el camino está cortado por una portera alta y candada, a cuyos lados emerge una doble alambrada de espino infranqueable. Antonio se asoma a la portera y a la vuelta exclama ¡Nos hemos quedado encerrados dentro de la finca! - Será fuera – sugiere Paco Sánchez. – No, no ¡dentro! – vuelve a rebatir Antonio con su irónica seriedad – Hay un cartel del otro lado de la portera que indica “Prohibido el paso”.


¡En fin!, acabamos en pleno monte, previa caída de Fernando sin consecuencias, todos con el pie en tierra, con las bicis a rastras. No piensen que aquel farragoso campo debe estar siempre deshabitado; entre los salvajes matorrales Fernando descubrió un bonito “sostén” de encaje ¿Quién lo habría dejado allí olvidado? El GPS nos indicaba la proximidad de la carretera de Alba, donde acabamos después de saltar el alambre por una zona más asequible y atravesar, montados ya en la máquina, una finca recién cosechada. La ruta finaliza entrando por Átika hacia Santa Marta y el carril bici.






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