Asisten: Paco Sánchez, Fernando, José Manuel.
Ruta: Sotoserrano, Caminomorisco, Ríomalo de Abajo, Meandro
Melero, Sotoserrano.
Comentarios: A las 7:50 de la mañana con -5ºC y sumido en
una espesa niebla salgo de mi garaje hacia el trastero. En la radio del coche
suena una de Miguel Bosé, cuyo estribillo recuerdo: “Miénteme y di que no estoy
loco – miénteme y di que es sólo un poco… ” ¡En fin!
A las 9:30 arribamos a Sotoserrano, hemos circulado por
tramos con -7,5ºC, pero el campo - alumbrado ahora si por un sol radiante - con un manto blanco bajo una helada
considerable que ensalzaba su atractivo, nos invitaba como siempre a la
aventura en bici.
Fue complicado salir del casco urbano en la dirección
correcta, pero tras un minucioso análisis, nuestro “router” daba con el sendero
correcto. Un primer tramo estrecho, pero asfaltado, para sumergirnos en un
descenso pedregoso buscando la orilla del río. Las estampas otoñales empiezan a
ser espectaculares.
Enseguida cogimos el “Camino Morisco” (Juanmi nos había
dicho que sería blando y se hundirían las ruedas, pero a mí me parecía una
autovía). Supongo que el nombre de “camino morisco” proviene del municipio al
que pertenece, situado al Norte de Cáceres, en la comarca de “Las Hurdes”.
Fernando - con algún requiebro - hasta filmó un vídeo casero.
Afrontamos el primer ascenso de la jornada (200 metros de desnivel) que no se
hicieron excesivamente duros. Después, un descenso más técnico por un bosque
precioso para desembocar a la carretera general. Aquí se debió producir el
despiste del “router”, que trastocó a posteriori nuestro plan de ruta (creo que
afortunadamente, dado el horario previsto).
Tras algunos kilómetros de asfalto tomamos un camino paralelo
al río Alagón, de nuevo maravillosas estampas y algún susto, más que por los
ladridos de los perros, por los fusiles de sus dueños. Tras analizar el error
de ruta (estábamos volviendo al Soto) decidimos volver sobre nuestros pasos,
retornamos al asfalto y nos dirigimos al municipio de Ríomalo de Abajo, para
afrontar la subida al mirador de “La Antigua” con la panorámica espectacular
del meandro “Melero”. Este ascenso es más duro, pero merece la pena.
Repertorio de fotografía, intercambio de opiniones con
colegas de Badajoz y avituallamiento obligado, compuesto por hornazo dulce y “brebaje
secreto”, todo por gentileza de Fernando, con merecida bronca incluida a los
otros dos pájaros por haber olvidado el acompañante líquido tinto.
Seguimos con un descenso vertiginoso de nuevo hacia Ríomalo,
Paco y yo con precauciones, pero Fernando “a tumba abierta”. Vuelta por
carretera hacia “El Soto” con un repecho final de cuatro kilómetros que se
agarraba lo suyo.
La ruta es preciosa y habrá que repetirla (esta vez
completándola). Espero que en la próxima nos acompañen los pájaros hoy ausentes.
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