Asisten: Fernando, Juan Miguel, Antonio de Dios, Héctor y
José Manuel.
Ruta: Puente Romano, Doña Brígida, Florida de Liébana, Pino
de Tormes, Almenara de Tormes, Valverdón, Valcuebo, Doña Brígida, Salamanca.
Comentarios: Como predecían temporal de nieve y había
llovido bastante, los que decidimos salir, optamos por el asfalto. Aunque
Fernando (el perezoso) recordó que tenemos pendiente Matilla de los Caños,
hicimos caso al “Capi” por aquello de que es buen conocedor del “mapa de
vientos” y optamos por la ruta de “las dos orillas” (se trata de ir por la
margen izquierda del Tormes y volver por
la derecha, en un recorrido aproximado de dos horillas).
Aunque algunos llevábamos inactivos bastantes semanas, la
fulgurante subida de la cuesta del cementerio barruntaba pelea. Y así hubiera
sido, de no ser por el fuerte viento en contra que nos castigó desde la
urbanización la Florida hasta Pino de Tormes. Esto provocó que tratásemos de ir
agrupados y un poco más tranquilos.
Desconozco si este fue también el motivo del “subidón” del
“Capi”, o la causa era el recién estrenado “culote” importado de Italia, que le
resguardaba del frío viento la parte del organismo comprendida entre los pies
y… un poco por encima de la cintura. El caso es que hoy ha ido muy fuerte y además
no le ha dolido nada.
Tras la parada de rigor en el puente de hierro de Almenara,
donde aprovechamos para degustar las exquisiteces de chocolate gentileza de
Antonio y abandonamos a su suerte “al joven
Héctor”, que esperaba ser recogido por sus padres para ir a Villaseco de
los Reyes, emprendimos el regreso por la otra orilla, ahora sí, con el aire a
favor, lo que nos colocó en el Doña Brígida en un abrir y cerrar de ojos.
Como estábamos valientes, acordamos afrontar el duro repecho
a la izquierda, pero el muy cobarde (repecho) se rajó (estaba cerrado al
tráfico). Al comenzar el lento pero prolongado ascenso hacia el cementerio
descubro que “voy pinchado”, así que tras inflar un poco la rueda trasera, me
adelanto a mis compañeros para afrontar cuanto antes la subida y les espero
abajo en la gasolinera. Como siempre los ingenieros Antonio y Juanmi solucionan
con diligencia mi avería. Finalmente, acompañamos a Antonio hasta el romano y
para casa.
Lo que no dice el modesto cronista es que adelantó a otros viajeros que previamente nos habían saludado en la maniobra de urgencia del inflado de la rueda de su bici. En el adelantamiento, le perdimos de vista como al diablo, debió excusarse diciendo "es que voy pinchao" y ellos debieron contestarle sorprendidos ¡si tú o dices!...
ResponderEliminarBÁRBARO, JOSÉ MANUEL.
Inspirado en el blog de " La Pájara" he empezado yo también uno. Os dejo unas fotos en él y de nuevo, gracias por hacer que me guste más la bici.
ResponderEliminarhttp://hectorinysusherpa.blogspot.com.es/2014/01/19-de-enero.html