domingo, 16 de febrero de 2014

PÁJAROS DE BARRO



Asisten: Fernando, Juan Miguel, Paco Sánchez, Antonio De Dios, Héctor, Pedro, Ángel y José Manuel.

Ruta: Vistahermosa, Muñovela, La Valmuza, Matilla de los Caños, Finca el tejado, El Rodillo, Salamanca.



Comentarios: Amanece en la campiña charra. El Tormes discurre tranquilo y silencioso a pesar de la crecida, junto a las inmediaciones del puente romano, donde una vez más, puntuales como siempre a su cita dominical, aguardan ansiosos de ruta los depredadores del asfalto, hoy dispuestos a sortear airosos la dificultad añadida que supone el barrizal de la cañada.    

Y así comienza la jornada, con una primera parte que ha de transcurrir íntegra sobre el farragoso asfalto en dirección a Matilla de los Caños del Río. Fernando, con cautela, ha decidido anticiparse para afrontar con suavidad la primera parte, dura por el leve pero continuado perfil en subida hasta el cruce con el hospital Martínez Anido. Por detrás Juanmi también se anticipa, pero enseguida es engullido por la hoy numerosa manada y debido al atroz ritmo inicial que marcan Paco Sánchez y José Manuel. Alcanzado el objetivo de unión con Fernando, se fusiona el grupo y aparecen las primeras instantáneas.

El descenso hasta el arroyo de La Valmuza es dirigido y gobernado por “el router”, que hoy mostraba un hambre especial de bicicleta. El ritmo continúa siendo exigente por la velocidad, por el irregular asfalto y por los suaves pero continuos toboganes. Llegamos a un punto que Fernando ha identificado en su GPS como zona de minas. Puede tratarse del expediente de Minas Hispania, de cuadrículas mineras de estaño y wolframio en los términos de Calzada de Don Diego, Matilla de los Caños y Vecinos. El caso es que Fernando y un servidor quisimos echar un vistazo de cerca, atravesando  entre las agitadas reses vacunas que protestaban airosas a ambos lados del camino, y que a nuestro paso huyeron despavoridas hacia la zona protegida por encinas a la derecha del camino.

Por fin en el bajo topamos con el casco urbano de Matilla. No hay gente en la calle porque la iglesia está llena. Aprovechamos para el avituallamiento porque la jornada se presenta larga. Tras la primera rampa en busca de la carretera que enlaza con la 620 volvemos al ritmo despiadado, esta vez de la mano de Antonio De Dios. El router tuvo que emplear a fondo su laringe para que le escuchásemos avisar de que había que girar a la derecha, tomando el camino que nos dirige a la finca del Tejado.

La primera parte transcurre tranquila, salvo algún que otro susto de Héctor atravesando las aguas que invadían el camino. Después la tierra cambia a color rojizo y comienza el suplicio, las ruedas comienzan a engordar sin tregua y cada vez resulta más difícil completar una pedalada. ¡Menos mal que la cosa no fue a más! Cuando avistamos el castillo de la Duquesa la cosa se calma. El terreno, aunque malo,  es conocido y como dice el refrán…

Alguien sugirió salir a la carretera en calzada de Don Diego, pero hoy mandaba la canción de Manolo García:
"Hago pájaros de barro.
Hago pájaros de barro y los echo a volar.
En los mapas me pierdo,
Por sus hojas navego.
Ahora sopla el viento,
Cuando el mar quedo lejos hace tiempo.
Ya no subo la cuesta
Que me lleva a tu casa…"

Así que no queda otra que seguir por la cañada, sortear barrizal y charcos, chapotear los preciosos guardabarros de algunos o la mullida badana de otros, disfrutando de la majestuosa estampa de la dehesa charra adornada por el colorido de los “pájaros de barro”.


Al llegar al cruce con la 620 el colofón lo pone un auténtico lago que elimina el camino, pero “El Pájaro Ibérico”, sereno y astuto, se infiltra entre los arbustos y cruza airoso bordeando el interino pantano. Tras las últimas instantáneas en el viejo puente, junto al arroyo, terminamos nuestra jornada premiando con un sutil lavado a nuestras “galgas”, que ya esperan ansiosas en su guarida la llegada de otra “quedada de pájaros”. 














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